El 31 de agosto de 1997, Diana, princesa de Gales, murió en un accidente automovilístico

El accidente automovilístico ocurrió en el túnel Pont de l’Alma en París. El pareja de Lady Di, Dodi Al-Fayed, y Henri Paul, el conductor del Mercedes S280, fueron declarados muertos en el lugar. El guardaespaldas de Al-Fayed, Trevor Rees-Jones, fue el único sobreviviente.

Aunque los medios acusaron a los paparazzi de perseguir el automóvil, la investigación francesa de 18 meses se concluyó que el accidente fue la culpa del conductor Paul. Perdió el control del coche a alta velocidad porque estaba borracho. Paul era el Jefe de Seguridad del Hotel Ritz. Les dijo a los paparazzi que esperaran fuera del hotel. Su intoxicación puede haber exacerbado los efectos de los antidepresivos. La investigación concluyó que los fotógrafos no estaban cerca del automóvil cuando se estrelló.

Desde febrero de 1988, el padre de Fayed, Mohammed Al-Fayed (el propietario del Hotel Ritz donde había trabajado Paul), afirmaba que el accidente fue el resultado de la conspiración. Argumentó que el accidente fue organizado por el Servicio Secreto Británico MI6 por orden de la Familia Real.

Sus declaraciones fueron rechazadas por la investigación francesa, que terminó en 2006.

La investigación oficial del Reino Unido sobre las muertes de Diana y Al-Fayed presidida por el juez Lord Justice Scott Baker se llevó a cabo en los Reales Tribunales de Justicia en Londres el 2 de octubre de 2007. Esa fue la continuación de la investigación que había comenzado en 2004.

El 7 de abril de 2008, el jurado concluyó que Diana y Al-Fayed eran víctimas de un “asesinato ilegal” por la“gran negligencia” del conductor Henri Paul y por la conducta de los paparazzi que los perseguían por la carretera.

Hubo factores adicionales “como la incapacidad de juicio del conductor del Mercedes por culpa del alcohol”. También nadie llevaba el cinturón de seguridad, excepto el guardaespaldas, Trevor Rees-Jones.

https://www.elespanol.com/corazon/20160830/151735679_0.html

El Presidente de la Unión de Criminalistas y Criminólogos,

Igor M. Matskevich

Traducido por Yelizaveta Ovchínnikova

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